Dios castiga: Testimonios de la Biblia, Magisterio y Tradición de la Iglesia

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La Justicia y la Divina Misericordia, son dos expresiones inseparables de Dios, van de la mano en todo momento respetando la esencia de Dios que es amor y su carácter infinito. El presente artículo está conformado por una compilación de enseñanzas de las Escrituras, Magisterio y Tradición de la Iglesia que comprueban que Dios si castiga, conozca en este artículo todos los enfoques y detalles de la verdad revelada sobre este aspecto de Dios. «De ahí deriva también una de las verdades fundamentales de la fe religiosa, basada asimismo en la Revelación: o sea que Dios es un juez justo, que premia el bien y castiga el mal» san Juan Pablo II en Salvifici Doloris

La presente compilación es el fruto del trabajo de los apologistas  José Miguel Arraíz, Juan Bosco, Richbell Melendez y mi persona Adrián Ferreira (UnCatolico), además se han incluido aportaciones de comentaristas de InfoCatólica. No está demás recordar que dentro de la Historia de la Iglesia no hay ningún precedente a la afirmación «Dios no castiga» y mucho que se ha tratado el tema, no espere ver dentro de la Iglesia nadie usando esa «razón teológica».

clockÚltima actualización: 03/06/2014 (Se estará actualizando este artículo de forma permanente)

tipsSino dispone de tiempo puede ver el video resumen de 9 minutos, «Dios perdona, pero también castiga»

 

Sagradas Escrituras

Antiguo Testamento

PROFETA ISAIAS

« Mi ojo no te perdonará, seré inclemente, haré que pagues tu conducta y me recordaré de tus crímenes; entonces sabrán que yo, Yavé, soy quien castiga.»  Ezequiel 7,9

« Sino que les concedías, con un castigo gradual, una ocasión de arrepentirse; aun sabiendo que era su natural perverso, su malicia innata, y que jamás cambiaría su manera de pensar » Sabiduría 12,10

« Yahveh, en el aprieto de tu castigo te buscamos; la angustia de la opresión era tu castigo para nosotros »  Isaías 26, 16

« Tú corriges a los hombrescastigando sus culpas » Salmos 39,12

 « No rechaces, hijo mío, el castigo del Señor, no te enfades por su reprensión, porque el Señor reprende a los que ama como un padre a su hijo muy querido » Proverbios 3,11-12

« ¡Ay de las naciones que se levantan contra mi pueblo! El Señor todopoderoso los castigará en el día del Juicio: pondrá en su carne fuego y gusanos, y gemirán de dolor eternamente» Judit 16,17

« Pues si a los enemigos de tus hijos, merecedores de la muerte, con tanto miramiento e indulgencia los castigaste dándoles tiempo y lugar para apartarse de la maldad, ¿con qué consideración no juzgaste a los hijos tuyos, a cuyos padres con juramentos y pactos tan buenas promesas hiciste? Así pues, para aleccionarnos, a nuestros enemigos los flagelas con moderación, para que, al juzgar, tengamos en cuenta tu bondad y, al ser juzgados, esperemos tu misericordia » Sabiduría 12,20-22

« Infligiré justos castigos a Egipto, y se sabrá que Yo soy el Señor » Ezequiel 30,19

« Asimismo sus mercenarios que había en ella eran como novillos de engorde. Pues también ellos volvieron la cara, huyeron a una, sin pararse, cuando el día de su infortunio les sobrevino, el tiempo de su castigo » Jeremías 46, 21

« No digas: «Pequé, y ¿qué me ha pasado?», porque el Señor es paciente. Del perdón no te sientas tan seguro que acumules pecado tras pecado. No digas: «Su compasión es grande, él me perdonará la multitud de mis pecados.» Porque en él hay misericordia, pero también hay cólera, y en los pecadores se desahoga su furor. No te tardes en volver al Señor, no lo difieras de un día para otro, pues de pronto salta la ira del Señor, y perecerás al tiempo del castigo » Sirac 5,4-7

« Date cuenta, pues, de que Yahveh tu Dios te corregía como un hombre corrige a su hijo, y guarda los mandamientos de Yahveh tu Dios siguiendo sus caminos y temiéndole. » Deuteronomio 8,5-6

« Corrige a tu hijo mientras haya esperanza; si no, tu serás responsable de su muerte ». Proverbios 19, 18

« Comprende, pues, que del mismo modo que un padre educa a su hijo, así Yavé te ha educado a ti. » Deuteronomio 8,5

« No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque Él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano » Éxodo 20,7

« David dijo a Natán: «¡He pecado contra el Señor!». Natán le respondió: «El Señor, por su parte, ha borrado tu pecado: no morirás. No obstante, porque con esto has ultrajado gravemente al Señor, el niño que te ha nacido morirá sin remedio» »   2 Samuel 12,13-14

 

Nuevo Testamento

San Pablo

sanPablo
San Pablo

« Queridos míos, no hagan justicia por sus propias manos, antes bien, den lugar a la ira de Dios. Porque está escrito: Yo castigaré. Yo daré la retribución, dice el Señor » Romanos 12,19

« Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo. Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos. Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no seríamos castigados. Mas, al ser castigados, somos corregidos por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo » (1 Corintios 11,29-32)

«  En cambio, a ustedes, los que sufren, les dará el descanso junto con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús, que vendrá desde el cielo, con los ángeles de su poder, en medio de un fuego ardiente. Entonces él hará justicia con aquellos que no reconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús. Estos sufrirán como castigo la perdición eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder » 2 Tesalonicenses 1,7-9

« Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza; yo daré lo merecido. Y también: El Señor juzgará a su pueblo » (Hebreos 10,30);

« Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge. Sufrís para corrección vuestra. Como a hijos os trata Dios, y ¿qué hijo hay a quien su padre no corrige? Mas si quedáis sin corrección, cosa que todos reciben, señal de que sois bastardos y no hijos. Además, teníamos a nuestros padres según la carne, que nos corregían, y les respetábamos. ¿No nos someteremos mejor al Padre de los espíritus para vivir? ¡Eso que ellos nos corregían según sus luces y para poco tiempo!; mas él, para provecho nuestro, en orden a hacernos partícipes de su santidad. Cierto que ninguna corrección es de momento agradable, sino penosa; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella » Hebreos 12,6 -11

« Todo esto sucedió para ejemplo nuestro, pues debemos guardarnos de los malos deseos que ellos tuvieron. No se hagan servidores de ídolos, al igual que algunos de ellos, como dice la Escritura: El pueblo se sentó a comer y a beber y se levantaron para divertirse. No caigan en la prostitución como muchos de ellos hicieron, y en un solo día cayeron muertos veintitrés mil. No tentemos al Señor como algunos de ellos lo tentaron y perecieron mordidos por las serpientes. Tampoco se quejen contra Dios como se quejaron muchos de ellos y fueron eliminados por el ángel exterminador. Todo esto que les sucedió era nuestra misma historia, y fue escrito para instruir a los que vendrían en los últimos tiempos, es decir, a nosotros »  1 Corintios 10,6-11

« Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal. »  2 Corintios 5,10

« Porque los magistrados no son de temer para los que obran bien, sino para los que obran mal. ¿Quieres vivir sin temor a la autoridad? Haz el bien y tendrás su aprobación, porque es ministro de Dios para el bien. Pero si haces el mal, teme, que no en vano lleva la espada. Es ministro de Dios, vengador para castigo del que obra el mal » Romanos 13,3-4

« Por la dureza y la impenitencia de tu corazón vas atesorando contra ti cólera para el día de la cólera y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual dará a cada cual según sus obras: a los que, por la perseverancia en el bien busquen gloria, honor e inmortalidad: vida eterna; mas a los rebeldes, indóciles a la verdad y dóciles a la injusticia: cólera e indignación » (Romanos 2,5-8)

« Tengan cuidado de no desoír al que habla. Porque si los que rehusaron escuchar al que promulgaba oráculos en la tierra, no pudieron escapar al castigo, ¿cómo podremos escapar nosotros si volvemos las espaldas al que habla desde el cielo?  » Hebreos 12,25

 San Lucas

SanLucas
San Lucas

« Pedro le preguntó: «Dime, ¿habéis vendido en tanto el campo?» Ella respondió: «Sí, en eso.» Y Pedro le replicó: «¿Cómo os habéis puesto de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, aquí a la puerta están los pies de los que han enterrado a tu marido; ellos te llevarán a ti.» Al instante ella cayó a sus pies y expiró. Entrando los jóvenes, la hallaron muerta, y la llevaron a enterrar junto a su marido » (Hechos 5,1-10)

« El día convenido, Herodes, vestido con las vestiduras reales y sentado en su estrado, los arengaba, mientras el pueblo aclamaba: ¡Voz de dios, no de hombre! De improviso lo hirió el ángel del Señor, por no haber reconocido la gloria de Dios, y murió comido de gusanos »  Hechos 12,21-23

« El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.» Lucas 1,19-20

Nuestro Señor Jesucristo

Nuestro Señor Jesucristo
Nuestro Señor Jesucristo

« El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más. Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!»  Lucas 12,47-49

« En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.» Lucas 13,1-5

« Cristo vendrá «en su gloria acompañado de todos sus ángeles […] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda […] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna » (Mt 25, 31. 32. 46)

« Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: Tómala y anda?» Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor » Juan 5, 12-14

« Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles» Mateo 25,41

« Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces »  Mateo 7,13-15

« Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio »  Juan 2,13-16

 

 

 

Magisterio y Tradición de la Iglesia

 

Catecismo

« Cuando Dios se revela y llama al hombre, éste no puede responder plenamente al amor divino por sus propias fuerzas. Debe esperar que Dios le dé la capacidad de devolverle el amor y de obrar conforme a los mandamientos de la caridad. La esperanza es aguardar confiadamente la bendición divina y la bienaventurada visión de Dios; es también el temor de ofender el amor de Dios y de provocar su castigo » Catecismo § 2090

 

Concilio de Trento

 

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«  Igualmente corresponde a la clemencia divina, que no se nos perdonen los pecados, sin que demos alguna satisfacción; no sea que tomando ocasión de esto, y persuadiéndonos que los pecados son más leves, procedamos como injuriosos, e insolentes contra el Espíritu Santo, y caigamos en otros muchos más graves, atesorándonos de este modo la indignación para el día de la ira. Apartan sin duda eficacísimamente del pecado, y sirven como de freno que sujeta, estas penas satisfactorias, haciendo a los penitentes más cautos y vigilantes para lo futuro: sirven también de medicina para curar los resabios de los pecados, y borrar con actos de virtudes contrarias los hábitos viciosos que se contrajeron con la mala vida. Ni jamás ha creído la Iglesia de Dios que había camino más seguro para apartar los castigos con que Dios amenazaba, que el que los hombres frecuentasen estas obras de penitencia con verdadero dolor de su corazón.

Agrégase a esto, que cuando padecemos, satisfaciendo por los pecados, nos asemejamos a Jesucristo que satisfizo por los nuestros, y de quien proviene toda nuestra suficiencia; sacando también de esto mismo una prenda cierta de que si padecemos con él, con él seremos glorificados […] Tengan, pues, siempre a la vista, que la satisfacción que imponen, no sólo sirva para que se mantengan en la nueva vida, y los cure de su enfermedad, sino también para compensación y castigo de los pecados pasados: pues los antiguos Padres creen y enseñan, que se han concedido las llaves a los sacerdotes, no sólo para desatar, sino también para ligar. Ni por esto creyeron fuese el sacramento de la Penitencia un tribunal de indignación y castigos; así como tampoco ha enseñado jamás católico alguno que la eficacia del mérito, y satisfacción de nuestro Señor Jesucristo, se podría obscurecer, o disminuir en parte por estas nuestras satisfacciones: doctrina que no queriendo entender los herejes modernos, en tales términos enseñan ser la vida nueva perfectísima penitencia, que destruyen toda la eficacia, y uso de la satisfacción » Concilio Dogmático de Trento, Los sacramentos de la penitencia y de la extremaunción, Sesión XIV, Cap. VIII De la necesidad y fruto de la Satisfacción.

« Enseña además el sagrado Concilio, que es tan grande la liberalidad de la divina beneficencia, que no sólo podemos satisfacer a Dios Padre, mediante la gracia de Jesucristo, con las penitencias que voluntariamente emprendemos para satisfacer por el pecado, o con las que nos impone a su arbitrio el sacerdote con proporción al delito; sino también, lo que es grandísima prueba de su amor, con los castigos temporales que Dios nos envía, y padecemos con resignación »  Concilio Dogmático de Trento, Los sacramentos de la penitencia y de la extremaunción, Sesión XIV,Cap. IX. De las obras satisfactorias

« Can. 13. Si alguno dijere que en manera alguna se satisface a Dios por los pecados en cuanto a la pena temporal por los merecimientos de Cristo con los castigos que Dios nos inflige y nosotros sufrimos pacientemente o con los que el sacerdote nos impone, pero tampoco con los espontáneamente tomados, como ayunos, oraciones, limosnas y también otras obras de piedad, y que por lo tanto la mejor penitencia es solamente la nueva vida, sea anatema [cf. 904 ss] » Concilio Dogmático de Trento, Sesión XIV, Cánones sobre el sacramento de la penitencia (cf. Dz 1713)

 

Pontífices

Papa Francisco

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Papa Francisco

« Acá hay medios que no justifican el fin, y el otro texto que yo también les recomiendo mucho y que lo lean entero; es el profeta amos, profeta amos que dice vos por esto, por esto y por esto, te voy a castigar dice Dios a través del profeta y va poniendo todos los medios inicuos con los cuales te aprovechaste del hermano, o lo que no se puede hacer, así que la misma biblia nos va marcando que un medio malo no se puede usar para un fin bueno, que Dios castiga al que usa los medios malos para fin bueno, que Dios castiga la trampa, que Dios castiga el fraude, que Dios castiga la explotación, pienso en los talleres clandestinos por ejemplo, ¿cierto? de ahora, de esta ciudad, no digo que está llena, pero hay muchos talleres clandestinos y el profeta amos es muy claro en eso, estás explotando a tu hermano. Dios castiga al que se enriquece o toma posesión de algo o al que se consolida o el que logra un fin cualquiera a través de un medio malo. Esa es la tradición bíblica, por lo tanto, el fin no justifica a los medios » Papa Francisco (Card. Bergoglio), participación en el programa televisivo «Biblia dialogo vigente» transmitido en Enero 2013, Canal 21

Benedicto XVI

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Benedicto XVI

« De modo especial, interpela a los pueblos que han recibido el anuncio del Evangelio. Si contemplamos la historia, nos vemos obligados a constatar a menudo la frialdad y la rebelión de cristianos incoherentes. Como consecuencia de esto, Dios, aun sin faltar jamás a su promesa de salvación, ha tenido que recurrir con frecuencia al castigo» Benedicto XVI, Inauguración de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de  los Obispos, 5 de octubre de 2008

«Hoy tenemos que aprender de nuevo que el amor al pecador y al damnificado está en su recto equilibrio mediante un castigo al pecador aplicado de forma posible y adecuada. En tal sentido ha habido en el pasado una transformación de la conciencia a través de la cual se ha producido un oscurecimiento del derecho y de la necesidad de castigo, en última instancia también un estrechamiento del concepto de amor, que no es, precisamente, sólo simpatía y amabilidad, sino que se encuentra en la verdad, y de la verdad forma parte también el tener que castigar a aquel que ha pecado contra el verdadero amor.» Benedicto XVI, Luz del Mundo

« Esto es lo que resalta ya en la primera lectura, tomada del libro de las Crónicas del Antiguo Testamento (cf. 2 Cr 36, 14-16. 19-23): el autor sagrado propone una interpretación sintética y significativa de la historia del pueblo elegido, que experimenta el castigo de Dios como consecuencia de su comportamiento rebelde: el templo es destruido y el pueblo, en el exilio, ya no tiene una tierra; realmente parece que Dios se ha olvidado de él. Pero luego ve que a través de los castigos Dios tiene un plan de misericordia. Como hemos dicho, la destrucción de la ciudad santa y del templo, y el exilio, tocarán el corazón del pueblo y harán que vuelva a su Dios para conocerlo más a fondo. Y entonces el Señor, demostrando el primado absoluto de su iniciativa sobre cualquier esfuerzo puramente humano, se servirá de un pagano, Ciro, rey de Persia, para liberar a Israel. En el texto que hemos escuchado, la ira y la misericordia del Señor se confrontan en una secuencia dramática, pero al final triunfa el amor, porque Dios es amor. ¿Cómo no recoger, del recuerdo de aquellos hechos lejanos, el mensaje válido para todos los tiempos, incluido el nuestro? Pensando en los siglos pasados podemos ver cómo Dios sigue amándonos incluso a través de los castigos. Los designios de Dios, también cuando pasan por la prueba y el castigo, se orientan siempre a un final de misericordia y de perdón »  Benedicto XVI, Homilía Domingo de Cuaresma, 26 de marzo de 2006

 San Juan Pablo II

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San Juan Pablo II

« Al mal moral del pecado corresponde el castigo, que garantiza el orden moral en el mismo sentido trascendente, en el que este orden es establecido por la voluntad del Creador y Supremo Legislador. De ahí deriva también una de las verdades fundamentales de la fe religiosa, basada asimismo en la Revelación: o sea que Dios es un juez justo, que premia el bien y castiga el mal  […] Si es verdad que el sufrimiento tiene un sentido como castigo cuando está unido a la culpa, no es verdad, por el contrario, que todo sufrimiento sea consecuencia de la culpa y tenga carácter de castigo »  san Juan Pablo II – Encíclica Salvifici Doloris

« Dios recurre al castigo como medio para llamar al recto camino a los pecadores sordos a otras llamadas. Sin embargo, la última palabra del Dios justo sigue siendo la del amor y el perdón; su deseo profundo es poder abrazar de nuevo a los hijos rebeldes que vuelven a él con corazón arrepentido » san Juan Pablo II – Audiencia General 13 de agosto de 2003

« Pero Dios, siempre misericordioso incluso cuando castiga, « puso una señal a Caín para que nadie que le encontrase le atacara » (Gn 4, 15). Le da, por tanto, una señal de reconocimiento, que tiene como objetivo no condenarlo a la execración de los demás hombres, sino protegerlo y defenderlo frente a quienes querrán matarlo para vengar así la muerte de Abel. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad personal y Dios mismo se hace su garante. Es justamente aquí donde se manifiesta el misterio paradójico de la justicia misericordiosa de Dios, como escribió san Ambrosio: « Porque se había cometido un fratricidio, esto es, el más grande de los crímenes, en el momento mismo en que se introdujo el pecado, se debió desplegar la ley de la misericordia divina; ya que, si el castigo hubiera golpeado inmediatamente al culpable, no sucedería que los hombres, al castigar, usen cierta tolerancia o suavidad, sino que entregarían inmediatamente al castigo a los culpables. (…) Dios expulsó a Caín de su presencia y, renegado por sus padres, lo desterró como al exilio de una habitación separada, por el hecho de que había pasado de la humana benignidad a la ferocidad bestial. Sin embargo, Dios no quiso castigar al homicida con el homicidio, ya que quiere el arrepentimiento del pecador y no su muerte  » san Juan Pablo II – Encíclica Evangelium Vitae

« Egli esige sì soddisfazione, e tuttavia è anche clemente, e non ci punisce tanto quanto meriteremmo; è un Dio “pietoso”, perché “sa di che siamo plasmati, ricorda che noi siamo polvere”. Così il “Signore ha pietà di quanti lo temono” (Sal 103, 8.14.13), cioè di coloro che si pentono e fanno ritorno a lui. Egli è insomma un Dio di misericordia, la quale è amore che perdona, l’amore che si piega su ogni male come su di una ferita dolente che dev’essere curata. L’amore che è sempre più grande di qualsiasi male: che è sempre capace di andare “oltre” la misura della giustizia e dell’uguaglianza. L’amore che si sente in dovere di dare all’altro non soltanto il “suo”, ma anche molto più del “suo”. Quell’amore per il quale non doniamo solo qualcosa, ma noi stessi » san Juan Pablo II – Homilía 22 de febrero de 1987

Juan Pablo I

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Juan Pablo I

«Claro que es difícil también aceptar algunas verdades, porque las verdades de la fe son de dos clases: unas, agradables; otras son duras a nuestro espíritu. Por ejemplo, es agradable oír que Dios tiene mucha ternura con nosotros, más ternura aún que la de una madre con sus hijos, como dice Isaías. Qué agradable es esto y qué acorde con nuestro modo de ser.

Un gran obispo francés, Dupanloup, solía decir a los rectores de seminarios: Con los futuros sacerdotes sed un padre, sed una madre. Esto agrada. En cambio ante otras verdades, sentimos dificultad. Dios debe castigarme si me obstino; me sigue, me suplica que me convierta, y yo le digo: ¡no!; y así casi le obligo yo mismo a castigarme. Esto no gusta. Pero es verdad de fe.» Juan Pablo I, Audiencia General – Miércoles 13 de septiembre de 1978

San Juan XXIII

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San Juan XXIII

« Bisogna però che la speranza vostra non sia presunzione; bisogna cioè che voi, accogliendo il consiglio che Ella dava alle nozze di Cana, facciate tutto ciò che Gesù vi dice [4], Ed Egli vi dice di fuggire il peccato, causa principale dei grandi castighi, di amare Dio al di sopra di tutte le cose, di riporre in Lui solo la vostra speranza e la vostra difesa contro le calamità, poichè « nisi Dominus aedificaverit domum, in vanum laboraverunt qui aedificant eam; nisi Dominus custodierit civitatem, frustra vigilat qui custodit eam » [5]. Vi dice inoltre che in quest’ora tremenda in cui lo spirito del male adopera ogni mezzo per distruggere il Regno di Dio, debbono essere impegnate tutte le energie per difenderlo, se volete evitare alla vostra città rovine immensamente più grandi di quelle materiali disseminate dal terremoto cinquant’anni or sono. Quanto più arduo sarebbe allora riedificare le anime, una volta che fossero staccate dalla Chiesa e rese schiave delle false ideologie del nostro tempo » san Juan XXIII, Radiomensaje a la población de Messina con ocasión del 50° aniversario del terremoto (28 de diciembre de 1958)

 Pío XII

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Pío XII

«  A veces puede Dios permitir que, en esta tierra y durante algún tiempo, triunfen el ateísmo y la impiedad, lamentables oscurecimientos del sentido de la justicia, infracciones del derecho, torturas de los hombres inocentes, pacíficos, indefensos y sin apoyo… así es como en un momento dado Dios deja caer sobre los individuos y sobre los pueblos pruebas cuyo instrumento es la malicia de los hombres, por un designio de su justicia enderezado a castigar los pecados, a purificar las personas y los pueblos con las expiaciones de la vida presente, para hacerlos volver a Sí por tal camino; pero es creer al mismo tiempo que esta justicia continúa siempre, aun en la tierra, siendo una justicia de Padre, inspirada y dominada por el amor »  Pío XII, Radiomensaje para la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, 29 de Junio de 1941

«  Le parole che Dio rivolse a Caino: «La voce del sangue di tuo fratello grida a me dalla terra» (Gn 4,10), hanno anche oggi il loro valore; e quindi il sangue del popolo ungherese grida al Signore, il quale, come giusto giudice, se punisce spesso i peccati dei privati soltanto dopo la morte, tuttavia colpisce talora i governanti e le nazioni stesse anche in questa vita, per le loro ingiustizie, come la storia ci insegna. »  Pío XII,Ecíclica Datis Nuperrime

Pío XI

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Pio XI

« El mismo Jesús, al responder a los judíos, que le acusaban de haber violado el sábado con la maravillosa curación del paralítico, afirma que el Padre le había dado la potestad judicial, porque el Padre no juzga a nadie, sino que todo el poder de juzgar se lo dio al Hijo(26). En lo cual se comprende también su derecho de premiar y castigar a los hombres, aun durante su vida mortal, porque esto no puede separarse de una forma de juicio. Además, debe atribuirse a Jesucristo la potestad llamada ejecutiva, puesto que es necesario que todos obedezcan a su mandato, potestad que a los rebeldes inflige castigos, a los que nadie puede sustraerse » Pío XI, Encíclica Quas Primas

Benedicto XV

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Benedicto XV

« Tutto ciò che accade nel mondo dev’essere spiegato alla luce della fede. Questo ammirabile lume, per non accennare che ad una parte dei suoi insegnamenti, ci fa comprendere che le private sventure sono meritati castighi, o almeno esercizio di virtù per gli individui, e che i pubblici flagelli sono espiazione delle colpe onde le pubbliche autorità e le nazioni si sono allontanate da Dio. I sacri oratori che, ad imitazione di San Paolo, vogliano rinnovata nel mondo la manifestazione dello spirito cristiano « in ostensione spiritus », devono dunque esortare i fedeli a ricevere dalle mani di Dio così le private sventure come i pubblici flagelli, senza punto mormorare contro la Divina Provvidenza, ma procurando di placare la Giustizia Divina per le colpe degli individui e delle nazioni » Benedicto XV, Discurso a los predicadores cuaresmales, 19 de febrero de 1917

« Infatti tutta la sua Commedia, che meritatamente ebbe il titolo di divina, pur nelle varie finzioni simboliche e nei ricordi della vita dei mortali sulla terra, ad altro fine non mira se non a glorificare la giustizia e la provvidenza di Dio, che governa il mondo nel tempo e nell’eternità, premia e punisce gli uomini, sia individualmente, sia nelle comunità, secondo le loro responsabilità » Benedicto XV, Encíclica In praeclara summorum

 

León XIII

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León XIII

« And still sadder and more beset with anxieties grows the soul at the thought of the fruitful source of most manifold evils existing in the organisation of States that allow no place to the Church, and that oppose her championship of holy virtue. This is truly a terrible manifestation of the just vengeance of God, Who allows blindness of soul to darken upon the nations that forsake Him. »  León XIII ,Encíclica sobre el Rosario, Octobri Mense (El texto aún no dispone de una traducción oficial al español)

 

 

Doctores de la Iglesia

 Santo Tomás de Aquino

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Santo Tomás de Aquino

« Dios quiere con voluntad antecedente salvar a todo hombre; con voluntad consecuente, y por su justicia, quiere castigar a algunos »  (Santo Tomás, Suma Teológica, L.1, Q.19, a.7)

« Se puede considerar la pena de dos modos. Primero, como castigo, y en este sentido únicamente el pecado la merece, porque por ella se restablece la igualdad de la justicia, en cuanto que aquel que pecando se excedió en lo de seguir su propia voluntad, padece contra su voluntad algún daño. Por lo cual, como todo pecado es voluntario, incluso el original, conforme a lo dicho (1-2 q.81 a.1), síguese que nadie es castigado de esta forma sino por el pecado voluntario.

Desde otro ángulo, puede ser considerada la pena como medicina, que no sólo es sanativa del pecado pasado, sino que tiene asimismo virtud para preservar del pecado futuro y para empujarnos a hacer algo bueno. Según esto, uno es castigado a veces sin culpa, aunque nunca sin causa. Sin embargo, hay que tener en cuenta que nunca la medicina priva de un bien mayor para procurar un bien menor —por ejemplo, dejarle a uno sin vista para curarle el calcaño—, sino que, a veces, causa un daño en lo menor para prestar ayuda en lo más importante. Y como los bienes espirituales son los de mayor valor y los temporales los de menor, es por lo que a veces se le castiga a uno en estos últimos sin culpa, por ejemplo, con muchas penalidades de esta vida presente, que Dios le inflige para que le sirvan de humillación o de prueba. En cambio, no se castiga a nadie en los bienes espirituales sin culpa propia, ni en ésta ni en la otra vida, ya que en la vida futura las penas no son medicina, sino consecuencia de la condenación espiritual. »   (Santo Tomás, Suma Teológica, L.2, Q.108, a.4)

« Señala la causa de la corrección; porque, así como dice el Filósofo que la palabra castigo indistintamente se usa hablando de los niños y de la concupiscencia, ya que llamamos casto a aquel cuya concupiscencia ha sido castigada; lo mismo a un niño bien educado se le llama castigado -que ha menester de freno lo que se va de suyo al desenfreno-; de la misma condición, por su natural tendencia, niños y concupiscencia, han menester corrección y de cuerda buenos tratos, por seguir sus arrebatos. De suerte que el que castiga, si castiga, lo hace para que no se vaya uno a lo malo; y «atento a que los sentidos y pensamientos del corazón humano -como dice el Génesis- están inclinados al mal desde su mocedad», por eso el Señor nos castiga, para apartarnos del mal. Y en esto consiste el castigo: en los azotes que nos da, no por cierto para condenarnos, mas para salvarnos; de donde dice: «azota a todo el que recibe por hijo». Por consiguiente, a los que no les menudea el rebenque no puede contárseles en el número de los hijos (Ps 72); de donde es como una señal de eterna reprobación (Ez,16). Mas no hay que admirarse si a todo hijo adoptivo lo maltrata con azotes, cuando el propio y natural así lo trató, tan mal (Lc 24) » Sancti Thomae Aquinatis Doctoris Angeiici super Epistolam Sancti Pauli Apostoli ad Hebreos expositio (Lección 2, Comentario a Hebreos 12,5-11)

« A nadie se castiga nunca con una pena espiritual por un pecado ajeno; porque la pena espiritual afecta al alma, y todo hombre, en cuanto al alma, es «libre». En cambio, uno es castigado a veces con penas temporales por un pecado ajeno por tres razones: Primera, porque uno, en lo temporal, puede pertenecer a otro, y así, en castigo de éste, se castiga también a aquél: como los hijos en cuanto al cuerpo pertenecen a los padres y los esclavos a sus dueños. Segunda, en cuanto que influye el pecado de uno en otro: por imitación, como en el caso de los hijos que imitan los pecados de sus padres; en el de los siervos que imitan los de sus señores para pecar con mayor osadía; o a modo de mérito, como los pecados de los súbditos merecen tener a un pecador por prelado, según aquellas palabras de Job 34,30: El cual pone de rey a un hipócrita a causa de los pecados del pueblo; y asimismo, por el pecado de David al hacer el censo del pueblo, el pueblo de Israel fue castigado, como leemos en 2 Re, últ.; o también por un cierto consentimiento o disimulo, como son castigados también temporalmente los buenos juntamente con los malos, porque no rebatieron los pecados de los malos, como dice San Agustín en I De Civ. Dei. Tercera, para hacer más recomendable la unidad de la sociedad humana, por la que uno debe poner interés en que el otro no peque; y para hacer más detestable el pecado, al ver que el castigo de uno redunda en daño de todos como si todos fuesen un solo cuerpo, conforme dice San Agustín sobre el pecado de Acar.

En cuanto a las palabras del Señor: Que castiga en los hijos los pecados de los padres hasta la tercera y cuarta generación, según parece, tienen más que ver con la misericordia que con la severidad, al no vengarse del mal inmediatamente, sino esperar a que pase el tiempo para ver si sus descendientes, por lo menos, se corrigen; aunque, si va en aumento la malicia de éstos, llega a hacerse necesario, por así decirlo, el ejercer la venganza »  (Santo Tomás, Suma Teológica, L.2, Q.108, a.4)

 

 

 Santa Catalina de Siena

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Santa Catalina de Siena

« A ninguna criatura se le priva de mi providencia, porque todas las cosas están invadidas por ella. Le parecerá algunas veces al hombre que es crueldad que yo mande granizo o tempestades, o rayos sobre mis criaturas, juzgando que yo no he velado por su salud. Y lo he hecho para librarle de la muerte eterna, aunque le parezca todo lo contrario. Los mundanos en todo quieren condenar mis obras y entenderla conforme a su bajo entendimiento… Por eso aborrecen lo que tendrían que reverenciar. Como soberbios se atreven a juzgar de mis ocultos juicios, que son todos rectos »  Santa Catalina de Siena. Doctoras de la Iglesia. Páginas 126 y siguientes. Antonio Royo Marín, BAC

 San Agustín de Hipona

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San Agustín

«  Ni es otra la forma como castigamos a nuestros hijos, es decir, airados e indignados; pero no los castigaríamos si no los amáramos » (San Agustín, Sermón LXXXII, 2)

Toda maldad, por pequeña o grande que sea, necesariamente ha de ser castigada, o bien por el mismo hombre que se arrepiente, o bien por Dios que da su merecido. Porque el que se arrepiente, se castiga a sí mismo. Por tanto, hermanos, castiguemos nuestros pecados si deseamos obtener la misericordia de Dios. No puede Dios apiadarse de todos los pecadores, como pasando por alto los pecados, o no borrándolos de raíz. O tú los castigas, o los castiga él.” S. Agustín, Enarratio in psalmum 58, 1, 13

« Pero yo, miserable, pospuesto tú, me convertí en un hervidero, siguiendo el ímpetu de mi pasión, y traspasé todos tus preceptos, aunque no evadí tus castigos; y ¿quién lo logró de los mortales? Porque tú siempre estabas a mi lado, ensañándote misericordiosamente conmigo y rociando con amarguísimas contrariedades todos mis goces ilícitos para que buscara así el gozo sin pesadumbre y, cuando yo lo hallara, en modo alguno fuese fuera de ti, Señor; fuera de ti, que finges dolor en mandar, y hieres para sanar, y nos das muerte para que no muramos sin ti »  (San Agustín, «Las Confesiones» libro II, 4)

«  Hay también algunos, como yo mismo he experimentado en varios coloquios y conferencias a qué he asistido que padeciendo que veneran la doctrina contenida en la Sagrada Escritura, viven por otra parte mal, y sosteniendo su causa propia, atribuyen a Dios para con los hombres mucha mayor misericordia que los ya citados. […] Porque dicen que aunque sea cierto lo que tiene dicho Dios en orden a los hombres malos e infieles, que son dignos de la pena eterna y merecen ser castigados, sin embargo, cuando llegaren al tribunal y juicio de Dios vencerá la misericordia. Pues los ha de perdonar, dicen, el benigno y piadoso Dios por las oraciones e intercesión de su santo. […] El testimonio del real Profeta, que dice: «¿Acaso se olvidará Dios de ser misericordioso o contendrá en su ira su piedad?», lo alegan en su favor los que permiten que los infieles o impíos, por lo menos, sean atormentados un largo espacio de tiempo, mas después sean libres de su pena; pero sobre todo lo aducen en su favor estos de que hablamos. […] Y añaden que por lo mismo dijo también el Apóstol: «Los encerró Dios a todos en la infidelidad para usar de misericordia con todos»; esto para darnos a entender que a ninguno ha de condenar. Y, no obstante, los que así opinan no extienden su opinión hasta el punto de librar o no condenar al demonio a sus ángeles, porque se mueven con misericordia humana sólo para hombres y defienden principalmente causa, prometiendo como por una general misericordia de Dios hacia el linaje humano, a su mala vida un falso perdón Así se aventajarán a éstos encarecer la misericordia de Dios lo que prometen esta remisión y gracia igualmente al príncipe de los demonios y a sus ministros » San Agustín, Ciudad de Dios, Libro XXI, Capítulo XVIII ‘ De los que presumen que en el último y final juicio ningún hombre será condenado’

 San Alfonso María de Ligorio

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San Alfonso María de Ligorio

«  Has pecado, confiando temerariamente en la divina misericordia, tu verás presto el castigo, sin acertar de donde viene » (San Alfonso María de Ligorio, Sermones Abreviados para todas las dominicas del año. Sermón XV para la dominica primera de Cuaresma – ‘Del número de los pecados’ )

« Si Dios castigara inmediatamente que el hombre le ofende, no se vería tan despreciado como se ve. Y porque no lo hace así, movido de su misericordia nos espera, y retarda el castigo, se llenan los pecadores de orgullo y siguen ofendiéndole. Los hijos de los hombres, dice el Eclesiastés, viendo que no se pronuncia luego la sentencia de los malos, cometen la maldad sin temor alguno. Debemos empero persuadirnos, que Dios espera y sufre; más no espera y sufre siempre. Siguiendo Sansón tratando con Dálila, esperaba librarse de las asechanzas de los Filisteos, como lo había hecho otras veces; pero esta vez fue preso por ellos y le quitaron la vida.No digas, -advierte el Señor- «yo pequé»; ¿y que mal me ha venido por eso? Porque el Altísimo, aunque paciente y sufrido da el pago merecido. Ne dixeris, peccavi, et quid accidit mihi triste>? Altissimus enim est patiens redditor. (Eccl. V, 4). Dios tiene paciencia hasta cierto término, pasado el cual, castiga los mayores pecados y los últimos; y cuanto mayor haya sido la paciencia de Dios, tanto mayor será su castigo » (San Alfonso María de Ligorio, Sermones Abreviados para todas las dominicas del año. Sermón XV para la dominica primera de Cuaresma – ‘Del número de los pecados’ )

« Por eso dice el Crisóstomo, que más debemos temer a Dios cuando tolera, que cuando castiga inmediatamente. Y ¿porque? Porque como dice San Gregorio, aquellos con quienes Dios usa de más misericordia, son castigados con mucho mayor rigor si abusan de ella. […] Oye lo que dice San Gregorio: «El que prometió perdón al penitente, no prometió el día de mañana al pecador». (Homil. 12, in Evang.) Dios ha prometido el perdón al que se arrepiente; pero no ha prometido esperar hasta mañana al que le ofende. Quizá el Señor os concederá tiempo de penitencia, y quizá os lo negará. Pero si os lo niega, ¿cuál será la suerte de vuestra alma? Entre tanto os ponéis os ponéis en peligro de perderla por un vil gusto, y de condenaros para siempre. (San Alfonso María de Ligorio, Sermones Abreviados para todas las dominicas del año. Sermón XV para la dominica primera de Cuaresma – ‘Del número de los pecados’ )

« 2. Missit me Domine, ut mederer contritis corde. Dios está pronto a sanar a los que tienen voluntad de enmendar su vida; no puede, empero, compadecerse de los que viven obstinados en el pecado. Perdona los pecados, más no puede perdonar el propósito de pecar. Nosotros no podemos reconvenir a Dios, porque perdona cien pecados a uno, y quita la vida y condena al Infierno a otro al tercero o cuarto pecado que comete. Acerca de esto es necesario adorar los juicios divinos, y exclamar con el Apóstol: «¡Oh profundidad de los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios; cuan incomprensibles son tus juicios!» (Rom. XI, 33). El que es perdonado, -dice San Agustín-, lo es por la sola misericordia de Dios; y el que es castigado, lo es por la justicia. ¡A cuántos ha enviado Dios al Infierno por el primer pecado que cometieron! » (San Alfonso María de Ligorio, Sermones Abreviados para todas las dominicas del año. Sermón XV para la dominica primera de Cuaresma – ‘Del número de los pecados’ )

« Dios dice: Del pecado perdonado no quieras estar sin temor; ni añadas pecados a pecados: De propitiato peccato noli esse sine metu, neque adjicias peccatum super peccatum. (Eccl. V, 5). No digas, pues, pecador, así como Dios me perdonó los otros pecados, así también me perdonará éste si lo cometo. No lo digas; porque si tu añades un pecado nuevo al pecado que ya se te perdonó, debes temer que éste se una al primero, y que de este modo se complete el número y seas abandonado por Dios. Oye como lo explica más claramente la Escritura en otro lugar:Dominus patienter expectat, ut eas cum judicii dies advenerit, in plenitudine peccatorum puniat: «El Señor sufre ahora con paciencia para castigar a las naciones el día del juicio, colmada que sea la medida de sus pecados»  (II, Mach. VI, 4)  »San Alfonso María de Ligorio, Preparación para la muerte, Consideración XVIII

« Dices que el Señor es Dios de misericordia. Aquí se oculta el tercer engaño, comunísimo entre los pecadores, y por el cual no pocos se condenan. Escribe un sabio autor que más almas envía al infierno la misericordia que la justicia de Dios, porque los pecadores, confiando temerariamente en aquélla, no dejan de pecar, y se pierden. El Señor es Dios de misericordia, ¿quién lo niega? Y, sin embargo, ¡ a cuántas almas manda Dios cada día a penas eternas! Es, en verdad, misericordioso, pero también es justo; y por ello se ve obligado a castigar a quien le ofende. Usa de misericordia con los que le temen (Sal., 102, 11-13). Pero en los que le desprecian y abusan de la clemencia divina para más ofenderle, tiene que responder sólo la justicia de Dios. Y con grave motivo, porque el Señor perdona el pecado, mas no puede perdonar la voluntad de pecar. El que peca—dice San Agustín—pensando en que se arrepentirá después de haber pecado, no es penitente, sino que hace burla y menosprecio de Dios. Además, el Apóstol nos advierte (Ga., 6, 7) que de Dios nadie se burla; ¿y qué irrisión mayor habría que ofenderle cómo y cuándo quisiéramos, y luego aspirar a la gloria? «Pero asi como Dios fué tan misericordioso conmigo en mi vida pasada, espero que lo será también en lo venidero.» Este es el cuarto engaño. De modo que porque el Señor se ha compadecido de ti hasta ahora, ¿habrá de ser siempre clemente y no te castigará jamás?… Antes bien, cuanto mayor haya sido su clemencia, tanto más debes temer que no vuelva a perdonarte, y que te castigue con rigor apenas le ofendas de nuevo. «No digáis—exclama el Eclesiástico (5, 4)—he pecado, y no he recibido castigo, porque el Altísimo, aunque es paciente, nos da lo que merecemos.» Cuando llega su misericordia al limite que para cada pecador tiene determinado, entonces le castiga por todas las culpas que el ingrato cometió. Y la pena será tanto más dura cuanto más largo hubiere sido el tiempo en que Dios esperó al culpado, dice San Gregorio. Si vieras, pues, hermano mío, que, a pesar de tus frecuentes ofensas a Dios, aún no has sido castigado, debes decir: «Señor, grande es mi gratitud, porque me habéis librado del infierno, que tantas veces merecí.» Considera que muchos pecadores, por culpas harto menos graves que las tuyas, se han condenado irremisiblemente, y trata además de satisfacer por tus pecados con el ejercicio de la paciencia y de otras buenas obras. La benevolencia con que Dios te ha tratado debe animarte no sólo a dejar de ofenderle, sino a servirle y amarle siempre, ya que contigo mostró inmensa misericordia, a otros muchos negada » San Alfonso María de Ligorio, Preparación para la muerte, Consideración XXIII, punto II

 

 Santa Teresa de Jesús

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Santa Teresa de Jesús

« ¡Oh, válgame Dios!; cuánto hace tener dormida la fe para pedir y recibir, pues no acabamos de entender que el castigo es cierto y el premio también » (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 30, 3)

« Buen castigo se han ganado con sus propias manos y bien se han merecido por sus deleites fuego eterno. ¡Allá se lo hayan! » (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 1, 4)

« Era más penoso para mi carácter recibir mercedes cuando había caído en grandes culpas, que recibir castigos; que una merced sola me parece, cierto, me deshacía y confundía más y fatigaba, que muchas enfermedades con otros trabajos hartos juntas; porque esto veía que lo merecía y me parecía que con ello pagaba algo mis pecados, aunque todo era poco, según ellos eran muchos; mas verme recibir de nuevo mercedes pagando tan mal las recibidas, es un tormento para mí terrible, y creo que para todos los que tuvieren algún conocimiento o amor de Dios, y esto lo podemos deducir de lo que siente una persona sensible, virtuosa y delicada » (Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida 7, 19)

«Se puede conversar y hablar con Vos de todo, cuando queramos, después de haber perdido el primer asombro y el temor de ver Vuestra Majestad quedando mayor temor de ofenderos; mas, no por miedo del castigo, Señor mío, porque éste no se tiene en nada en comparación de perderos a Vos » (Santa Teresa de Jesús, Libro de la Vida 37, 6)

 San Juan Crisóstomo

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San Juan Crisóstomo

“Porque hay hombres que sólo pagan por sus pecados en esta vida, como aquellos de quienes habla San Pablo en una primera carta a los corintios (1Co 11), que profanan los misterios cristianos, pero hay otros que son castigados en el otro mundo, como el rico condenado de que habla San Lucas (Lc 16)” San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 41,3

Dios castiga a ciertos pecadores, destruyendo su malicia y decretando pena más leve para ellos, los separa de los otros y corrige a los que viven en el mal con la condenación de algunos. Además, aquí no castiga a otros, con el fin de que, si hicieren penitencia, evitasen los castigos presentes y la pena eterna, pero si perseveraren en su malicia, habrán de sufrir mayor tormento.” San Juan Crisóstomo, hom. 5 De Lázaro

 Santa Teresita de Lisieux

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Santa Teresita del niño Jesús

« Pensaba en las almas que se ofrecen como víctimas a la justicia de Dios para desviar y atraer sobre sí mismas los castigos reservados a los culpables […] Si a tu justicia, que sólo se extiende a la tierra, le gusta descargarse, ¡cuánto más deseará abrasar a las almas tu amor misericordioso, pues tú misericordia se eleva hasta el cielo […] ¡Jesús mío!, que sea yo esa víctima dichosa. ¡Consume tu holocausto con el fuego de tu divino amor […] A mí me ha dado su misericordia infinita, ¡y a través de ella contemplo y adoro las demás perfecciones divinas! Entonces todas se me presentan radiantes de amor; incluso la justicia (y quizás más aún que todas las demás) me parece revestida de amor » Santa Teresita de Lisieux – Historia de un alma

 San Isidoro de Sevilla

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San Isidoro de Sevilla

« Comprenda el justo que la adversidad le prueba, no le abate. Entonces se fija más en los justos la mirada de Dios, cuando en su excelsa Providencia permite que sean afligidos… Porque entonces se les prepara el gozo eterno cuando son puestos a prueba por las tribulaciones presentes. Quien reflexiona atentamente en los premios de la vida futura soporta con ecuanimidad todos los males de la vida presente, porque con la dulzura de aquella suaviza la amargura de ésta, y por la eternidad de aquella, la corta duración de ésta. Sirve de provecho a aquellos que soportan los males de esta vida, el verse abatidos con diversas desgracias temporales, porque, cuando sienten el peso del dolor, no ambicionan los males de la codicia, ni de la lujuria, ni de los restantes vicios » San Isidoro de Sevilla (Del «Libro de las sentencias»)

 San Juan de Ávila

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San Juan de Ávila

« Jesucristo quiere salvar su alma muy de verdad… Y queriéndola salvar le solicita de por muchas maneras esta salvación, muchas de las cuales serán a V.S. conocidas, pues sabe las inspiraciones, las ocasiones que para su bien Dios le ha procurado; y otras no entenderá, por ser encubiertas o por no mirar él en ellas… Tenga V.S. por cierto que esto que le envía (la enfermedad) es mensaje de amor y de paz; aunque parece cruel guerra y azote, y como a pez grande, le trae río abajo y río arriba hasta cansarle, no por cansarle, que su padre es, y no se deleita con verle padecer, sino para que viéndose cansado se vaya a Jesucristo a descansar » San Juan de Ávila (De la Carta 14. «A un señor de estos reinos»)

 San Francisco de Sales

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San Francisco de Sales

« Cuando no tenemos cuidado de recoger las suavidades y las delicias del amor de Dios a su debido tiempo, las aparta de nosotros, en castigo de nuestra pereza »  San Francisco de Sales, Introducción a la Vida Devota , Capítulo XVI

« Uno de los peores defectos que puede tener una persona es ser burlón: Dios aborrece en gran manera este vicio y, a veces, lo castiga extraordinariamente » San Francisco de Sales, Introducción a la Vida Devota , Capítulo XXVII

 San Basilio Magno

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San Basilio Magno

« Es propio de la divina misericordia no imponer castigos en silencio, sino publicar primero sus amenazas excitando a penitencia, así como hizo con los ninivitas y ahora con el labrador, diciendo “Córtala», estimulándolo a que la cuide y excitando al alma estéril a que produzca los debidos frutos » San Basilio, conc. 8, quae de Penitentia inscribitur

 

 

Padres de la Iglesia

San Cipriano de Cartago

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San Cipriano de Cartago

« El que aplica al pecador lisonjas y caricias echa combustible para pecar, y, lejos de frenar los pecados, los comenta. Por el contrario, el que reprende con severas amonestaciones , a la vez que le instruye, lo impulsa a su salvación. «A los que amo -dice el Señor- los reprendo y los castigo«. Del mismo modos, es preciso que el Sacerdote del Señor no engañe a nadie con servicios ilusorios. Sería médico inhábil el que palpara con mano melindrosa los recovecos hinchados de las llagas y, conservando el veneno metido en los profundos escondrijos de las entrañas, lo acumulara aún más. Se ha de abrir la herida y se ha de recortar y aplicar la medicina eficaz, después de sajar las partes infectas. aunque grite fuerte y se queje el enfermo que no aguanta el dolor, después lo agradecerá, cuando se dé cuenta de su curación » San Cipriano de Cartago, Sobre los lapsos, 14

San Fulgencio de Ruspe

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San Fulgencio de Ruspe

« La benignidad de Dios nos lleva a la penitencia, y nos aflige con tribulaciones, nos corrige mediante enfermedades y nos enseña con angustias de manera que nosotros, al pecar gozando de salud corporal, con la enfermedad aprendamos a abstenernos del pecado; y si hemos despreciado en la alegría la Misericordia de Dios, seamos corregidos con la fuerza de la tristeza para que temamos la Justicia. Sucede así que cuantos abusan de la salud nos ocasionan la enfermedad, y mediante la enfermedad recobramos otra vez los beneficios de la salud; y cuantos por la alegría hemos caído en tribulaciones, mediante las tribulaciones corremos de nuevo hacia la alegría.

Al fin y al cabo, la Sagrada Escritura demuestra que el amor de Dios para con nosotros se manifiesta especialmente a través de los castigos y las correcciones, pues afirma: «Hijo mío, no rechaces la instrucción del Señor, ni te canses de sus reprensiones, porque el Señor reprende a quien ama»; en efecto, «castiga a todos aquellos que reconoce como hijos». Incluso el Salvador mismo dice que ama a quienes reprende, cuando afirma: «Reprendo y castigo a quienes amo»; también la doctrina de los apóstoles no cesa de predicar que «es preciso que entremos en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones». El mismo Señor dice que es estrecho el camino y angosta la puerta que conduce a la vida » San Fulgencio de Ruspe, Carta a Venancia, 7, 16

 Clemente de Roma

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Clemente de Roma

« Aceptemos la corrección y disciplina, por la cual nadie debe sentirse desazonado, amados. La admonición que nos hacemos los unos a los otros es buena y altamente útil; porque nos une a la voluntad de Dios. Porque así dice la santa palabra: Me castigó ciertamente el Señor, mas no me libró a la muerte. Porque el Señor al que ama reprende, y azota a todo hijo a quien recibe. Porque el justo, se dice, me castigará en misericordia y me reprenderá, pero no sea ungida mi cabeza por la misericordia de los pecadores. Y también dice: Bienaventurado es el hombre a quien Dios corrige, y no menosprecia la corrección del Todopoderoso. Porque él es quien hace la herida y él la vendará; él hiere y sus manos curan. En seis tribulaciones te librará de la aflicción; y en la séptima no te tocará el mal. En el hambre te salvará de la muerte, y en la guerra te librará del brazo de la espada. Del azote de la lengua te guardará, y no tendrás miedo de los males que se acercan. De los malos y los injustos te reirás, y de las fieras no tendrás temor. Pues las fieras estarán en paz contigo. Entonce
s sabrás que habrá paz en tu casa; y la habitación de tu tienda no irá mal (fallará), y sabrás que tu descendencia es numerosa, y tu prole como la hierba del campo. Y llegarás al sepulcro maduro como una gavilla segada en sazón, o como el montón en la era, recogido a su debido tiempo. Como podéis ver, amados, grande es la protección de los que han sido disciplinados por el Señor; porque siendo un buen padre, nos castiga con miras a que podamos obtener misericordia por medio de su justo castigo » (Clemente Romano, Epístola a los corintios, LVI)

San Cesáreo de Arlés

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San Cesáreo de Arlés

« Los orgullosos e impíos, responsables de grandes pecados, ¿te parecen dichosos, porque no sufran mal alguno en esta vida? Escucha lo que dice la Escritura al respecto: «No pasan las fatigas de los humanos, ni sufren como los demás hombres; por eso el orgullo es su collar, y la violencia, el traje que los cubre; su malicia asoma por la grasa».

Ciertamente, si esos no son afligidos en este mundo, es porque se les reserva para el suplicio eterno, por culpa del exceso de sus pecados. En efecto, no pueden ser castigados por un breve período de tiempo los que han de ser torturados sin fin. Ahora nuestro Señor y Dios, que retiene el castigo de estos miserables según su justicia, no deja de poner a prueba a sus hijos mediante diversas tribulaciones, conforme a la palabra de la Escritura: «Dios castiga al que reconoce como hijo»; y también: «Yo, a cuantos amo, los reprendo y castigo». Si Él castiga a todos los que ama, no ama al que no castiga. Y si es así, no es por la acción del poder de Dios, sino que es la iniquidad de los pecadores la que merece ser tratada de esa manera, conforme dice la Escritura: «El hombre sucio, que se manche aún más, y el santo, que se santifique todavía más» » San Cesáreo de Arlés, Sermones, 5, 3

 Padres Apostólicos

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Padres Apostólicos

“Pero, Hermas, no guardes ya rencor contra tus hijos, ni permitas que tu hermana haga lo que quiera, para que puedan ser purificados de sus pecados anteriores. Porque ellos serán castigados con castigo justo, a menos que les guardes rencor tú mismo” El Pastor de Hermas, Visión Segunda, Sexta Parábola, III (7)

“Porque un hombre es atormentado durante tantos años como días ha vivido en la autoindulgencia. Ves, pues», me dijo «que el tiempo de la autoindulgencia y el engaño es muy corto, pero el tiempo del castigo y el tormento es largo. ” El Pastor de Hermas, Visión Quinta, Sexta Parábola, IV (64)

 

 San Bernabé

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San Bernabe

Mas el camino del “Negro” es torcido y lleno de maldición, pues es camino de muerte eterna con castigo, en que están las cosas que pierden el alma de quienes lo siguen: idolatría, temeridad, altivez de poder, hipocresía, doblez de corazón, adulterio, asesinato, robo, soberbia, transgresión, engaño, maldad, arrogancia, hechicería, magia, avaricia, falta de temor de Dios” Epístola de Bernabé, XX,1

 San Policarpo de Esmirna

sanPolicarpo
San Policarpo de Esmirna

 

“Y prestando atención a la gracia de Cristo, despreciaban las torturas del mundo, comprando al coste de una hora el ser librados de un castigo eterno. ” Martirio de Policarpo, III

 

 

Apariciones Marianas aprobadas por la Iglesia

fatimaNuestra Señora de Fátima

«  Ustedes han visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Es para salvarlos que Dios quiere establecer en el mundo una devoción a mi Inmaculado Corazón. Si ustedes hacen lo que yo les diga, muchas almas se salvarán, y habrá paz. Esta guerra cesará, pero si los hombres no dejan de ofender a Dios, otra guerra más terrible comenzará durante el pontificado de Pio XI. Cuando ustedes vean una noche que es iluminada por una luz extraña y desconocida (esto ocurrió en Enero 28, 1938) sabrán que esta es la señal que Dios les dará que indicará que está apunto de castigar al mundo con la guerra y el hambre, y por la persecución de la Iglesia y del Papa »  Virgen de Fátima, Aparición del 13 de Julio de 1917

 

Nuestra Señora de Akita

akita«  Como te dije, si los hombres no se arrepienten y se mejoran, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo mayor que el diluvio, tal como nunca se ha visto antes. Fuego caerá del cielo y eliminará a gran parte de la humanidad, tanto a los buenos como a los malos, sin hacer excepción de sacerdotes ni fieles. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que les quedarán serán el rosario y la señal dejada por mi Hijo. Cada día recita las oraciones del rosario. Con el rosario, reza por el Papa, los obispos y los sacerdotes. »  Virgen de Akita, Aparición del 13 de octubre de 1973

 

 

Jesús de la Divina Misericordia

jesusMisericordioso

«Un día Jesús me dijo que iba a castigar una ciudad, que es la más bonita de nuestra patria. El castigo iba a ser igual a aquel con el cual Dios castigó a Sodoma y Gomorra. Vi la gran ira de Dios y un escalofrió traspasó mi corazón. Rogué en silencio. Un momento después Jesús me dijo: Niña Mía, durante el sacrificio, únete estrechamente Conmigo y ofrece al Padre Celestial Mi Sangre y Mis Llagas como propiciación por los pecados de esta ciudad. Repítelo ininterrumpidamente durante toda la Santa Misa » Santa María Faustina Kowalska, Diario ‘La Divina Misericordia en mi alma’, 39

« Oh alma mía, adora al Señor por todo y glorifica su misericordia, porque su bondad no tiene límites. Todo pasará, pero su misericordia no tiene límites ni fin; si bien la maldad llegue a llenar su medida, en la misericordia no hay medida. Oh Dios mío, aun en los castigos con que hieres la tierra veo el abismo de Tu misericordia, porque castigándonos aquí en la tierra, nos liberas del castigo eterno. Alégrense, todas las criaturas, porque están mas cerca de Dios en su infinita misericordia que el niño recién nacido del corazón de su madre. Oh Dios, que eres la Piedad misma para los más grandes pecadores arrepentidos sinceramente; cuanto más grande es el pecador, tanto mayor es el derecho que tiene a la Divina Misericordia » Santa María Faustina Kowalska, Diario ‘La Divina Misericordia en mi alma’, 423

« Cuando así rezaba, vi la impotencia del ángel que no podía cumplir el justo castigo que correspondía por los pecados. Nunca antes había rogado con tal potencia interior como entonces. Las palabras con las cuales suplicaba a Dios son las siguientes: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros » Santa María Faustina Kowalska, Diario ‘La Divina Misericordia en mi alma’, 475

« Al final del Vía Crucis que yo estaba haciendo, el Señor Jesús empezó a quejarse de las almas de los religiosos y de los sacerdotes, de la falta de amor en las almas elegidas. Permitiré destruir los conventos y las iglesias. Contesté: Jesús, pero son tan numerosas las almas que Te alaban en los conventos. El Señor contestó: Esta alabanza hiere Mi Corazón, porque el amor ha sido expulsado de los conventos. Almas sin amor y sin devoción, almas llenas de egoísmo y de amor propio, almas soberbias y arrogantes, almas llenas de engaños e hipocresía, almas tibias que apenas tienen el calor suficiente para mantenerse vivas. Mi Corazón no puede soportarlo. Todas las gracias que derramo sobre ellas cada día, se resbalan como sobre una roca. No puedo soportarlas, porque no son ni buenas ni malas. He instituido conventos para santificar el mundo a través de ellos. De ellos ha de brotan una potente llama de amor y de sacrificio. Y si no se convierten y no se inflaman de su amor inicial, las entregaré al exterminio de este mundo…¿Cómo podrán sentarse en el trono prometido, a juzgar el mundo, si sus culpas pesan más que las del mundo? Ni penitencia ni reparación…. Oh corazón que Me has recibido por la mañana y al mediodía ardes de odio contra Mi bajo las formas más variadas. Oh corazón, ¿habrás sido elegido especialmente por Mí para hacerme sufrir más? Los grandes pecados del mundo hieren Mi Corazón algo superficialmente, pero los pecados de un alma elegida traspasan Mi Corazón por completo…

Cuando traté de intervenir a favor de ellas no pude encontrar nada para justificarlas y sin poder imaginar nada en aquel momento en su defensa, se me partió el corazón de dolor y lloré amargamente. Entonces, el Señor me miró amablemente y me consoló con estas palabras: No llores, todavía hay un gran número de almas que Me aman mucho, pero Mi Corazón desea ser amado de todos y, debido a que Mi amor es grande, los amenazo y los castigo.» Santa María Faustina Kowalska, Diario ‘La Divina Misericordia en mi alma’, 1702-1703

 

 

Teología Dogmática

Manual Ludwig Ott

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« Según doctrina del concilio del Vaticano, Dios es «infinito en toda perfección» y, por tanto, también en la justicia; Dz 1782. La Sagrada Escritura da testimonio de la justicia de Dios en numerosos pasajes: Ps 10, 8: «Justo es Yahvé y ama lo justo»; Ps 118, 137: «¡Justo eres,  Yahvé, y justos son tus juicios!»; cf. Ier 23,6; Mt 16,27; 25, 31 ss; Ioh 17, 25; Rom 2, 2 ss; 3, 25 s; 2 Tim 4,8 . Los padres defienden la justicia punitiva de Dios contra Marción, quien establecía una irreconciliable oposición entre el Dios justo y punitivo del Antiguo Testamento y el Dios bueno y misericordioso del Nuevo Testamento, llegando así a admitir la existencia de dos divinidades. SAN IRENEO le objeta que la justicia de Dios no podría existir sin bondad, ni la bondad de Dios sin justicia; cf. SAN IRENEO, Adv. Haer. m, 25, 2-3; iv 40, 1-2; TERTULIANO, Adv, Marcionem I-III.

Como Dios es creador y señor del universo, no existe norma jurídica que esté por encima de Él, antes bien, Dios es para sí mismo la norma suprema: Deus sibi ipsi est lex (S.th. 1 21, 1 ad 2). La justicia legal, que regula la relación jurídica del individuo con la comunidad, conviene a Dios en cuanto Él por medio de la ley natural y la ley moral ordena todas las criaturas al bien común. La justicia conmutativa, que regula el recto orden entre un individuo y otro individuo, no se puede aplicar en sentido estricto a Dios, porque entre Creador y criatura no puede haber igualdad de relaciones. La criatura, a causa de su absoluta dependencia del Creador, no puede obligarle por si misma mediante una prestación suya a que Dios le corresponda con otra. La justicia distributiva, que regula el recto orden de la comunidad con el individuo, conviene a Dios en sentido estricto. Después que Dios, con un acto Ubérrimo de su voluntad, creó el mundo, se obliga por su sabiduría y bondad a proporcionar a las criaturas todo lo que necesitan para cumplir con su misión y
lograr su último fin. Se manifiesta, además, la justicia distributiva de Dios en que Él, sin acepción de personas (Rom 2, n ), procede como juez equitativo recompensando el bien (justicia remunerativa) y castigando el mal (justicia vindicativa).

El castigo que Dios impone al pecador no es tan sólo un medio correctivo o intimidatorio, como enseñaron B. Stattler (1797) y J. Hermes (1831), sino que ante todo persigue la expiación de la ofensa inferida a Dios y la restauración del orden moral perturbado por el pecado: Deuteronomio 32,41: «Yo retribuiré con mi venganza a mis enemigos, y daré su merecido a los que me aborrecen»; Romanos 12, 19: «Escrito está: “A mí la venganza, yo haré justicia, dice el Señor“». La pena del infierno, por su duración eterna, sólo puede tener carácter vindicativo para los condenados (Mt 25, 41 y 46). Por otra parte, no hay que exagerar de tal forma el carácter vindicativo de los castigos divinos, como si Dios se viera obligado por su justicia a no perdonar el pecado hasta exigir una satisfacción completa, como enseñaron, siguiendo el ejemplo de San Anselmo de Cantorbery (1109), H Tournely (1729) y Fr. X. Dieringer (1876). Como Dios, por ser soberano y señor universal, no tiene que dar cuenta a ningún poder superior, tiene derecho a ser clemente, y esto significa que es libre para perdonar a los pecadores arrepentidos sin que ellos ofrezcan una satisfacción congrua o sin satisfacción alguna » . Ludwig Ott, Manual de Teología Dogmática, Editorial Herder, Barcelona 1966, p. 41 [con aprobación NIHIL OBSTAT] 

 

Manual Michael Schmaus

michael«  La justicia retribuidora es una actitud mediante la cual Dios premia lo bueno y castiga la maldad (iustitia remunerativa et vindicativa). Debido a su perfección autoafirmativa y autoposesiva, Dios ha determinado que sea premiado el valor moral y que sea castigado el pecado. A Dios no se le puede atribuir la justicia conmutativa entendida en sentido ordinario. En efecto, está justicia implica un deber jurídico estricto de servicios recíprocos, mientras que Dios no tiene deber alguno para con nadie (Rom. 11, 35; / Cor. 4, 7). Dios castiga la maldad imponiendo no sólo penas destinadas a mejorar y escarmentar a los malvados (Socinianos, Sttler, Hermes), sino también castigos vindicativos (Sap. 11, 17; ler. 32, 18; Rom. 12, 19).

Por medio del castigo queda restablecido el orden que el pecado había alterado. Es cierto, no obstante, que Dios podría perdonar sin imponer castigos (lo contrario afirman San Anselmo, Tournely, Dieringer), aunque no sin que preceda el arrepentimiento. (Véase la doctrina sobre los méritos, Redención y Novísimos. En lo que concierne al concepto de «mérito», véase el tratado sobre la Gracia.)

En el Antiguo Testamento la justicia de Dios es descrita sobre todo como justicia remunerativa y vindicativa. Véase: Ps. 1, 11 (10); 50 (49); 75 (74); 78 (77); 94 (93), 20-23; Nah. 9; Is. 15, 16; Soph. 1, 14-18; ler. 32, 17-19. Es cierto que se dice de Dios que es juez severo, pero no se le atribuyen nunca albedrío o capricho. La norma’ de sus juicios es su perfección, afirmada con decisión e incondicionalidad. En el Nuevo Testamento véanse, entre otros pasajes, lo. 17, 25; Act. 17, 31; Rom. 2, 2; / Cor. 4, 5; // Cor. 5, 10; // Tiro. 4, 8.

Si en el Antiguo Testamento se acentúa más la rígida severidad de Dios que el amor divino, la razón de ello hay que buscarla en una especial pedagogía divina de la salvación. Esto no quiere decir que Dios se ha ido haciendo más benigno en el transcurso del tiempo, de modo que en Él el amor haya ido predominando poco a poco sobre la justicia. Además, conviene observar que tampoco en el Antiguo Testamento falta la revelación del amor. Esta revelación se verifica con tanta claridad que los fieles la perciben con absoluta evidencia, de modo que sus corazones rebosan de alegría. Cierto es, no obstante, que no llega a alcanzar la claridad y fuerza que presenta la revelación del amor en el Nuevo Testamento »    Michael Schmaus, Teología Dogmática, Editorial RIALP 1960

 

Retazos varios

San Padre Pío de Pieltrecina

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San Padre Pío

Texto Original: «A young woman came from Benevento to ask a grace for her husband who had become totally blind. Padre Pio said that her husband’s only hope for salvation was to stay blind, as a punishment for beating his father. The poor woman reported it to her husband. He was resistant at first, and then revealed that when he was sixteen years of age he had severely beaten his father with an iron rod.» Mortimer Carty, f. C. (1973). Padre Pio the stigmatist. TAN Books. (page 28-29)

Traducción propia: «Una joven venía desde Benevento para pedir una gracia para su marido que se había quedado totalmente ciego. Padre Pio dijo que la única esperanza para la salvación de su marido era que estuviera ciego, como castigo por haber golpeado a su padre. La pobre mujer se lo hizo saber a su marido. El primero estaba renuente, y luego revelo que cuando tenía 16 años de edad, el había severamente golpeado a su padre con una barra de hierro»

San Juan Bosco

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San Juan Bosco

Lo siguiente se corresponde a una visión de Don Bosco que narra de la siguiente manera:

«La Vigilia de la Epifanía de 1870 desaparecieron todos los objetos materiales de mi habitación y me elevé a la consideración de cosas sobrenaturales. Fue por breves instantes, pero vi mucho. Aunque cuanto percibí tenía forma y apariencia sensibles; sin embargo, no puedo sino con gran dificultad comunicarlo por signos externos y sensibles. Tengo exacta idea de cuanto sigue. Aquí está la palabra de Dios acomodada a la palabra del hombre.»

Texto Original: Voi, o sacerdoti, perché non correte a piangere tra il vestibolo e l’altare, invocando la sospensione dei flagelli? Perché non prendete lo scudo della fede e non andate sopra i tetti, nelle case, nelle vie, nelle piazze, in ogni luogo anche inaccessibile, a portare il seme della mia parola? Ignorate che questa è la terribile spada a due tagli che abbatte i miei nemici e che rompe le ire di Dio e degli uomini?”  Cfr. anche Memorie biografiche del venerabile don Giovanni Bosco. Raccolte del sac. Salesiano Giovanni Battista Lemoyne, edizione extra commerciale, vol. IX, Tipografia S.A.I.D. “Buona Stampa”, Torino 1917, p. 782.

Traducción:  «!oh sacerdotes!, ¿por qué no corréis a llorar entre el vestíbulo y el altar implorando la suspensión del castigo? ¿ por qué no tomáis el escudo de la fe , y no vais en los zaguanes, y en las casas, y en las calles y en plazas , por todo lugar, aunque parezca inaccesible, llevando la semilla de mi palabra? ¿Ignoráis que ésta es la terrible espada de dos filos que abate a mis enemigos y quebranta la ira de DIOS y de los hombres?»

 

Santo Cura de Ars

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Santo Cura de Ars

«  No, queridos hermanos, nunca nos animaríamos a cometer el menor pecado, si pudiéramos comprender lo mucho que esto ofende a Dios y cuánto merece ser castigado aún en este mundo. Dios es justo, queridos hermanos, en todo lo que hace; y cuando nos recompensa por la más mínima buena acción, nos da con creces lo que podríamos desear. Un buen pensamiento, un buen deseo, es decir, el deseo de hacer alguna buena obra aún cuando no estemos capacitados para lograrlo. Nunca nos deja sin recompensa. Pero también, si se trata de castigarnos lo hace con rigor, aún las faltas leves, y por ellas seremos enviados al Purgatorio. Esto es verdad, pues vemos en las vidas de los santos que muchos de ellos no fueron directamente al Cielo, primero tuvieron que pasar por las llamas del Purgatorio » San Juan Bautista María Vianney (Cura de Ars), Sermón del día de los fieles difuntos

« El impío, en este mundo, parece hacer gala de desconocer el poder de Dios, viendo a los pecadores sin castigo; llega hasta decir: No, no, no hay Dios ni infierno; o bien: No atiende Dios a lo que pasa en la tierra. Pero dejad que venga el juicio, y en aquel día grande Dios mani­festará su poder y mostrará a todas las naciones que El lo ha visto todo y de todo ha llevado cuenta […] Fué este pensamiento bien meditado el que llevó a San Jerónimo a tratar su cuerpo con tanto rigor y a derramar tantas lágrimas. ¡Ah! —exclamaba él en aquella vasta soledad— paréceme que oigo, a cada instante, aquella trompeta, que ha de despertar a todos los muertos, llamándome al tribunal de mi Juez. Este mismo pensamiento hacía temblar a David en su trono, y a San Agustín en medio de sus placeres, a pesar de todos sus esfuerzos por ahogar esta idea de que un día sería juzgado. Decíale, de cuando en cuando, a su amigo Alipio: ¡ Ah, amigo querido ! día vendrá en que comparezcamos todos ante el tribunal de Dios para recibir la recompensa del bien o el castigo del mal que hayamos hecho durante nuestra vida ; deje­mos, amigo mío — le decía — el camino del crimen por aquel que han seguido todos los santos. Preparémonos, desde la hora presente, para ese gran día » San Juan Bautista María Vianney (Cura de Ars), Primer Domingo de Adviento, sobre el Juicio Final

« Hacéis como Antíoco, que lloraba los castigos que sus crímenes atraían sobre sí; más su corazón no había cambiado, pues bien, hermanos míos, Dios te ha devuelto la salud que con tanta insistencia le pediste, prometiéndole que te portarías mejor. Dime: una vez recobrada la salud, ¿te has vuelto mejor? ¿Ofendes menos a Dios? ¿Te has corregido de algún defecto? ¿Se te ve con mayor frecuencia a recibir los sacramentos? ¿Quiere que te diga lo que eres? Helo aquí: antes de tu enfermedad te confesabas algunas veces al año; desde que el Señor te ha devuelto la salud, ni aun lo haces en Pascua. ¡Ay! ¡Cuantos entre los que me escuchan obran así! Más no tengáis cuidado, veréis como a la primera enfermedad, Dios os hará salir de este mundo; o hablando más claro, seréis arrojado al infierno »   San Juan Bautista María Vianney (Cura de Ars),  Sermón sobre el aplazamiento de la conversión

Imitación de Cristo

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Tomás de Kempis, Imitación de Cristo

« Gracias te hago, Señor, por que no dejaste sin castigo mis males, mas me afligiste con azotes de amor, hiriéndome con dolores y angustias de dentro y de fuera. No hay quien me consuele debajo del cielo sino tú, Dios mío, Médico celestial de las ánimas, que hieres y sanas, y pones en graves tormentos, y sacas y libras de ellos. Sea tu corrección sobre mí, y tu castigo me enseñará […]  Vanidad es, pues, buscar riquezas perecederas y esperar en ellas. También es vanidad desear honras y ensalzarse vanamente. Vanidad es seguir el apetito de la carne y desear aquello por donde después te sea necesario ser castigado gravemente. […] Queremos que los otros sean castigados con rigor, y nosotros no queremos ser corregidos parécenos mal »  Tomas de Kempis, Imitación de Cristo

 

La negación de Orígenes: «todo castigo es corrección»

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La negación de Orígenes

Los padres, antes de Orígenes, testimoniaron con unanimidad la eterna duración de las penas del infierno: cf. San Ignacio de Antioquía, Eph. 16, 2, San Justino, Apol. 1 28, 1 ; Martyrium Polycarpi 2, 3; 11, 2; San Ireneo, Adv. Haer. IV 28, 2; Tertuliano, De poenit. 12. La negación de Orígenes tuvo su punto de partida en la doctrina platónica de que el fin de todo castigo es la enmienda del castigado. SAN AGUSTíN en defensa de la infinita duración de las penas del infierno, contra los origenistas y los «misericordiosos» que en atención a la misericordia divina enseñaban la restauración de los cristianos fallecidos en pecado mortal; cf. De civ. Dei xxi 23; Ad Orosium 6, 7; Enchir. 112.  La verdad revelada nos obliga a suponer que la voluntad de los condenados está obstinada inconmovíblemente en el mal y que por eso es incapaz de verdadera penitencia. Tal obstinación se explica por rehusar Dios, a los condenados, toda gracia para convertirse.

Dice Santo Tomás: “La pena del pecado mortal es eterna, porque por él se peca contra Dios, que es infinito. Y como la pena no puede ser infinita en su intensidad, puesto que la criatura no es capaz de cualidad alguna infinita, se requiere que, por lo menos, sea de duración infinita” (45)

Jorge Loring: ¿Dios castiga?

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Jorge Loring

«La expresión «castigo de Dios» es bíblica. No hay que tener miedo en emplearla, pero sin olvidar que Dios es misericordioso y perdona siempre al arrepentido que tiene propósito de enmienda. Pero al obstinado en su pecado, Dios le castiga, pues es justo» Jorge Loring, 400 respuesta a preguntas sobre doctrina Católica – Cuestión ‘¿Dios castiga?’

 

 

 

Penitencia (Castigo autoinducido)

sintesis« En todo pecado hay una culpa que le hace merecer al pecador dos penalidades: una pena ontológica (se emborrachó, y al día siguiente se sintió enfermo), y una pena jurídica (se emborrachó, y al día siguiente perdió su empleo). Los cristianos al pecar contraemos muchas culpas, nos atraemos muchas penalidades ontológicas, y nos hacemos deudores de no pocas penas jurídicas o castigos, que nos vendrán impuestas por Dios, por el confesor, por el prójimo o por nosotros mismos.

El bautismo quita del hombre toda culpa y toda pena temporal o eterna. Quita también la pena jurídica por completo, pero no necesariamente la pena ontológica (un borracho, bautizado, sigue con su dolencia hepática). Ahora bien, la penitencia, incluso la sacramental, borra del cristiano toda culpa, pero no necesariamente toda pena, ontológica o jurídica (STh III,67, 3 ad 3m; 69,10 ad 3m; 86,4 in c.et ad 3m). Por eso el ministro de la penitencia debe imponer al penitente una expiación, un castigo. Y por eso es bueno también que el mismo cristiano expíe, imponiéndose penas por sus pecados y los del mundo.

Ésta ha sido siempre, por otra parte, la doctrina de la Iglesia. San Agustín decía: «El pecado no puede quedar impune, no debe quedar impune, no conviene, no es justo. Por tanto, si no debe quedar impune, castígalo tú, no seas tú castigado por él» (ML 38,139). Es la doctrina de Trento (Dz 1713), la de Juan XXIII en la encíclica Pænitentiam agere (1-VII-1962), la del concilio Vaticano II sobre los laicos (SC 105a; 110a; OT 2e; AG 36c) y especialmente sobre sacerdotes y religiosos (CO 33b; PO 12, 13, 16, 17; PC 7, 12b; AG 24, 40b). Y es también la enseñanza espiritual de la Liturgia de la Iglesia, cuando, por ejemplo, en los prefacios cuaresmales, nos habla del «ayuno corporal» o de las «privaciones voluntarias» »  P. José María Iraburu – P. José Rivera (en proceso de beatificación) , Síntesis de espiritualidad Católica, Penitencia

 

Sobre la venganza

Vindicativo:  adj. Inclinado a tomar venganza, vengativo.
Venganza:  f. Satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos.

Santo Tomás de Aquino

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Santo Tomás de Aquino

« La venganza se lleva a cabo mediante algún mal penal impuesto al pecador. Por consiguiente, en la venganza se debe tener en cuenta la intención del vengador. Pues si lo que principalmente intenta es el mal de aquel de quien se venga y en él se complace, eso es totalmente ilícito; porque gozarse del mal de otro es odio, opuesto a la caridad con que debemos amar a todos los hombres. Ni vale el que alguien se excuse diciendo que intenta causar un daño a quien injustamente se lo causó a él, como tampoco queda uno excusado por odiar a quien lo odia. Pues no hay razón que justifique el que peque yo contra otro porque este primero pecó contra mí, lo que sería dejarse vencer por el mal, cosa que prohíbe el Apóstol cuando dice (Rom 12,21): No debes dejarte vencer por el mal, sino que debes vencer el mal con el bien. En cambio, si lo que principalmente intenta el vengador es un bien, al que se llega mediante el castigo del pecador, por ejemplo, su enmienda o, por lo menos, el que se sienta cohibido, la tranquilidad de los demás, la conservación de la justicia y del honor debido a Dios, entonces puede ser lícita la venganza, siempre que queden a salvo las otras circunstancias debidas »  (Santo Tomás, Suma Teológica, L.2, Q.108, a.1)

« Quien ejerce la venganza sobre los malos según su jurisdicción no usurpa lo que es de Dios, sino que usa del poder que Dios le ha dado; pues, acerca del príncipe terreno, leemos en Rom 13,4 que es ministro de Dios, vengador para castigo del que obra mal. Mas si alguien, fuera del orden establecido por Dios, ejerce la venganza, usurpa lo que es de Dios y, por consiguiente, peca. »  (Santo Tomás, Suma Teológica, L.2, Q.108, a.1)

« En cuanto a las palabras del Señor: Que castiga en los hijos los pecados de los padres hasta la tercera y cuarta generación, según parece, tienen más que ver con la misericordia que con la severidad, al no vengarse del mal inmediatamente, sino esperar a que pase el tiempo para ver si sus descendientes, por lo menos, se corrigen; aunque, si va en aumento la malicia de éstos, llega a hacerse necesario, por así decirlo, el ejercer la venganza »  (Santo Tomás, Suma Teológica, L.2, Q.108, a.4)

Oraciones

Acto de Contrición 

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero,Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén

Bendicional Misal Romano

«Oremos. Escucha, Señor, nuestras súplicas y, ya que somos castigados por nuestros pecados, y padecemos la desgracia de las calamidades naturales, líbranos de estos males, para gloria de tu Nombre, y preserva a nuestros términos de toda adversidad, para que lo que nazca en ellos sirva a tu majestad y remedie nuestras necesidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén»

 

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Enlaces de interés

PDF_file_document_text_pageLibro gratuito ¿Dios castiga?:  José Miguel Arraíz nos trae este hermoso libro, fruto del debate entre Alejandro Bermudez y su persona. Incluye todos los artículos redactados durante el debate además de material inédito.

video_24La falsa Divina Misericordia y sus consecuencias : Padre Santiago Martín nos habla de la falsa concepción de la misericordia de Dios que se pretende imponer,a saber un Dios que no castiga que es todo «aquí no pasa nada», tiene muy graves consecuencias.El Padre Santiago Martín advierte y asoma el riesgo real de cisma en la Iglesia a causa de este tema de cara al sínodo de Obispos sobre la Familia donde el card. Kasper defiende la postura de que los divorciados pueden comulgar.

video_24Dios castiga: san Alfonso María de Ligorio:  San Alfonso explica magistralmente con gran detalle como Dios castiga, haciendo claras y oportunas advertencias sobre las graves consecuencias de ofender y abusar de la Divina Misericordia y burlarse de la Justicia de Dios.

video_24Benedicto XVI: Catequesis sobre la oración y el castigo de Dios: Una hermosa catequesis sobre la relación de la oración con el castigo de Dios.

video_24Papa Francisco (Card. Bergoglio) sobre el castigo de Dios: Explicación sobre como Dios castiga a los que usan medios malos para llegar a fines buenos.

x_office_documentAudiencia de san Juan Pablo II «Dios castiga y salva»:  Su nombre lo dice todo. 

x_office_documentCronología del debate: Todos los hitos importantes en el debate sobre si Dios castiga o no.  

x_office_documentEl infierno como lugar y estado: Este artículo es en respuesta a una persona con la que debatía y que me sugería que Dios no había creado el infierno como realidad, sino que este era simplemente el alejamiento de Dios (como algo ajeno a Dios y donde no interviene). Es por eso que he querido resaltar la característica de lugar y estado que tiene el infierno, además que obviamente Dios está en todas partes incluso en el infierno como lo dice santo Tomás, otra cosa es que no gozen las almas allí de su visión beatifica. De más está decir que Jesucristo afirma que el infierno ha sido preparado por Dios para las almas infieles y los demonios.

 

Finalmente mi amigo(a)….¿Dios castiga o no?….si dices que no castiga…. ¿en qué te basas?…no hay precedente dentro de la Iglesia.

Jesús en el templo