El Santo Rosario y la Apologética

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Hay algo que no sabía y me llamo la atención sobremanera sobre el Santo Rosario, se trata de su origen apologético, me resulto una grata sorpresa saber esto, pues suelo defender la fé  frente a herejes de todo tipo, desde Católicos relativistas («Católico a mi manera») hasta Testigos de Jehová.  

Cualquiera que realice apologética puede sentirse identificado con Santo Domingo Guzmán que estando frustrado por la poca efectividad de su labor predicando a los herejes en Francia, se dirige a la Santísima Madre de Dios, la Virgen María. La Santísima Virgen al escuchar sus ruegos se le aparece en el año 1208 y le ofrece el Santo Rosario como arma poderosa en contra de los enemigos de la fé y lograr así la tan ansiada efectividad que solicitaba Santo Domingo de Guzmán.

Izq. Santo Domingo Guzman recibiendo el Rosario , Der. Santa Catalina de Siena
Izq. Santo Domingo Guzman recibiendo el Rosario , Der. Santa Catalina de Siena

El Santo Rosario es una oración fundamental para lograr la santidad, es un medio eficaz para obtener gracias de Dios a través de nuestra Santa Madre. El secreto está en la constancia, en rezarlo todos los días, incluso sino se llega a rezarlo con la calidad adecuada, distracciones o desmotivado.

Un filo-lefebvrista con aires de grandeza me llego a decir que cuando llegaba un testigo de Jehová a su casa lo despedía amablemente y se echaba inmediatamente a rezar el rosario, que no hablaba con el ni perdía su valioso tiempo discutiendo con esa persona. Esa actitud no es correcta, debemos trabajar y rezar, el Rosario definitivamente aumenta la efectividad de nuestro apostolado, nos hace más santos, pero sin apostolado ¿de que efectividad podemos hablar? hasta la Madre Angélica siendo carmelita contemplativa fundó EWTN.

oraetlabora

 

Santo Domingo de Guzmán y los Herejes

Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albingense. Esta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material.

Como consecuencia, para los albingenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.

Notar la similitud de negar la Divinidad de Jesucristo entre los herejes albingenses y los testigos de Jehová.

En caso de que se te olvido alguna cita que diga que Jesús es Dios , puedes ver Tito 2,13, comparar también Isaías 9,5-6 e Isaías 10,21 donde se ve claramente que Jesús es a quien Isaías llama «Dios Poderoso», entre otras muchísimas citas que no forman parte del tema principal.

Para retomar el relato, los albigenses también negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito. También habían factores políticos envueltos.

Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.

 

La Virgen María entra en acción

La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito por que muchos albingenses volvieron a la fe católica.

Lamentablemente la situación entre albingences y cristianos estaba además vinculada con la política, lo cual hizo que la cosa llegase a la guerra.  Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.

Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (mas conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.

El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir; la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.